Vivimos con la luna equivocada, el destino cabreado, los despertares despistados.
Las dudas disipadas. Nos confundimos con el dónde y el cuándo. Todo nos vale y nada nos sacia.
Guardemos ese sueño para otro día que amanezca más valiente.
Para una mañana que baile al son de la impaciencia que aturde mi razón.
Impaciencia que colorea mi imaginación,
alimenta mi deseo, y amenaza con cortar las alas de este falso vuelo.